miércoles, 27 de mayo de 2009

Poética del Silencio






El próximo 28 de mayo, se inaugura en la Galería MUNDO la exposición “Poética del silencio” dedicada al maestro colombiano Edgar Negret. La muestra estará integrada por más de 20 obras de diferentes etapas del artista entre dibujos, bocetos, esculturas de yeso y metal. La obra de Negret también se tomará el espacio público: 5 esculturas en gran formato estarán expuestas en las Torres del Parque conviviendo con la arquitectura de Rogelio Salmona.

Negret, biografía

Edgar Negret nació en Popayán en 1920, realizó estudios en la Escuela de Bellas Arte de Cali entre 1938 y 1943. En el año de 1944 tuvo la oportunidad de conocer al escultor vasco Jorge Oteiza de quien recibió gran influencia y conocimientos sobre la escultura moderna europea. A esta época pertenecen los yesos dedicados a los poetas Porfirio Barba Jacob, Guillermo Valencia, Gabriela Mistral y Walt Whitman, entre otros. Sobre Negret, Oteiza escribe en 1966: “Has diseñado la estatua y la proporcionas como aparato generador, como catalizador metafísico, para contener y borrar la amenaza agobiante de tanta expresión que es ya toda realidad. Facilitas la máquina de tu estatua para que, colocada en relación activa con la arquitectura y el hombre, produzca en cada situación su propia, variable, silenciosa y habitable claridad espiritual.”




Edgar Negret, 1936



Gerardo, Efraín, Edgar, Rafael Antonio Negret y María Dueñas


Walt Withman, paisaje / Bronce / 39x60x33 cm / 1945

Los viajes


Durante 1948 hasta 1963, Negret realizó diversos viajes fuera del país a distintas ciudades del mundo como Nueva York, París, Mallorca y Madrid, su obra está influenciada de manera determinante por cada uno de estos viajes. Al regresar a Colombia en el año de 1963 participó en el XV Salón Nacional de Artistas donde ganó el premio en Escultura con la obra Vigilante celeste. En el año de 1967 también ganó el primer premio del XIX Salón Nacional por la obra Cabo Kennedy.




Popayán, 1947


Nueva York, 1949 - 1950



París, 1951 - 1952



Madrid, 1952 - 1953



Mallorca, 1953 - 1954


Nueva York, 1955 - 1963



Colombia, 1963 - 1980



Colombia, desde 1980

Poesía y Máquina en Negret

Para el crítico colombiano Álvaro Medina, “Negret hubiera podido conformarse con ser un exitoso fabricante de objetos pulcros y bien diseñados, pero desde el principio se activa el poeta que hay en él y eleva la técnica al nivel del lenguaje, lo que le confiere a las formas un connotación tan clara que saca a sus “máquinas” de la mecanicidad cotidiana y las sitúa en el espacio de lo puramente metafórico.”









Aparato mágico / Aluminio pintado / 89x60x38 cm / 1954





Machu Picchu / Aluminio pintado / 83x90x95 cm / 1980

martes, 26 de mayo de 2009

He buscado a Dios

“Para mí, el tema es muy importante. No podría ser un artista puramente abstracto; si ser abstracto es ocuparse únicamente de problemas formales. Siempre me movió un tema. Me interesó decir algo con lo que iba logrando en el campo de la plástica.
Casi siempre he tocado temas trascendentales. Han sido mis únicos temas porque la religión estuvo en mi vida antes de tener contacto con un vocabulario, con una manera de expresarme.
De niño, una de mis máximas aspiraciones era ser santo. En la finca, entraba en terrenos místicos, casi de éxtasis. Vivía al borde de que algo, muy al margen de lo real, aconteciera.
San Juan de la Cruz fue el culpable de que desistiera en mi empeño. Según él, para subir al Monte Carmelo se necesitaba total humildad. Y reconocerse humilde ya era un acto de rebeldía. De ese círculo vicioso salí cuando tenía unos 16 años.
Ahora, cuando miro hacia atrás, me doy cuenta de que terminé haciendo cosas muy cercanas a ese ideal. Mi actitud ante la vida ha sido muy parecida a lo que preconiza la religión cristiana: mi trabajo no es otra cosa que un volcamiento hacia los demás de lo mejor que tengo. En mi obra no ha habido engaño. En mí dar más, es imposible.
Solo aspiro a que mi obra coincida con mi intención interior. Cuando lo logro, cuando encuentro cosas con las manos que concuerdan con lo que tengo adentro y que me era desconocido, llego a un estado en el que se podría hablar de un gran orgasmo espiritual.
Creo que en mi obra he buscado a Dios siempre y por todas partes ”.



Sol / aluminio pintado / 148x144x87 cm / 1985

Me volví escultor

“ Cuando fui a París, me di cuenta de que todas las escuelas de Bellas Artes son malas. La mía no lo era por ser de Cali sino porque el sistema era pésimo.
Oteiza se quejaba de que no hubiera una enseñanza sobre la anatomía del espacio. Sólo nos daban clases de anatomía del cuerpo humano. El pedía que se entendiera el espacio en el cual se iba a mover una forma y que fuera en dos o tres dimensiones. El hacía correr una forma dentro de un cuadrado y era increíble ver cómo reaccionaba ese espacio.
En vez de eso, nos enseñaban cómo se articulaba un músculo o un par de huesos. Eso no tenía nada que ver con el arte pero nos tocaba hacerlo.
En la escuela también era obligatorio hacer cursos de colorido para los que entrábamos como escultores y de modelado para los pintores. Para mí fue muy importante porque en ese momento tomé la decisión de volverme escultor. Al manejar el barro y moldear en yeso, la escultura me interesó más que la pintura. Eso me lo reafirmó mi primera exposición, al final de los seis años de estudios. Mostré entonces muchos dibujos, algunos óleos y esculturas. Y el poeta Antonio Llanos, quien tenía una columna en el Diario del Pacífico, me saludó como escultor ”.



Medida / Aluminio pintado / 102x40x40 cm / 1991

Máscara / Aluminio pintado / 117x73x43 cm / 1977

Llegué a extremos

Torre / Alumnio pintado / 130x82x65 cm / 1980

Metamorfosis / Alumnio pintado / 100x150x120 cm / 1981

“ La influencia de Oteiza fue grande hasta que viajé a Nueva York. Con él me planteé los problemas que debía tener como escultor porque, hasta ese momento, mis inquietudes eran literarias. Esto se hizo palpable en piezas como la ‘Venus’ donde comencé un proceso de simplificación hasta que llegué a París. En la ‘Anunciación’ me interesó tanto el tema que también suprimí cosas para ir a lo esencial.
Por su belleza, la obra de Paul Claudel me ayudó y decidí tratar de decir todo eso de la manera más simple posible: en un torso. Este se abría como una mujer que separa las piernas. Pero lo hice de una forma discreta. “Se abría como una campana para recibir el toque del arcángel” dijo un crítico. Era un gesto simple, primario. Ahí reduje al máximo el gesto de entrega.
En la ‘Anunciación’ es donde creo haber ido, formalmente, más lejos. Es una forma rotunda, sin muchos recursos para expresar la idea central. En las otras piezas hice huecos, rayas, puntos. En la ‘Anunciación’ busqué la forma más pura. En ese momento estaba en un plan de decir más con menos.
El ‘Job’, en cambio, es un grito muy literario pero expresado con cantidad de recursos plásticos. Los huecos que había hecho para los ojos del Bautista se convirtieron en otra cosa: en él empecé a taladrar la forma.
Oteiza hablaba de los espacios dentro de la forma. Yo los sigo utilizando de una manera literaria. ‘Job’ y sus variantes son, en realidad, formas que gritan, que se retuercen. Es una tragedia traducida a formas. Oteiza abría espacios dentro de la forma para aligerar la materia; yo lo hago para ponerle un acento temático: esos huecos son ojos que ven más allá.
En la ‘Palma de la mano’, el hueco también tenía su significación: ahí se unen muchos mitos: la mano dadora de la luz, la mano de ‘Prometeo’, la mano clavada en la cruz. En ‘El Visionario’, ‘Job’, ‘Barba Jacob’ retomo esos temas dramáticos donde el hueco podía ayudar a expresar, al mismo tiempo que tenía una función plástica de aligeramiento de la materia.
Vistas desde lejos, creo que en algunas de esas piezas llegué a extremos. En ellas hay, en general, una gran unidad porque me seguía interesando la temática aunque, esta vez, con problemas plásticos ”.